Recuerdo haberte echado de menos,
como salido de situaciones
distantes,
en horas desiertas, en escaparates
vacíos,
en cristales rotos, en vahos
nocturnos...
Recuerdo haberme sentido sediento,
yermo, marchito,
derrotado,
fermentado en el grito
exhalado a ninguna parte
o, hacia el mundo particular que
nos forjamos.
Recuerdo haberte visto volar
ante una muchedumbre de objetos
cribados en la espesura del camino,
más, no obstante, gritando algo,
tal vez sedientos como yo
de esa palabra perdida
atrevida a desterrarse del
recuerdo.
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