A Gonzalo Ballester
Lo que borre
el viento recógelo amigo
porque no
podrá ser visto por nadie ni por nada,
solo por ti,
hombre de las mil luces,
de las mil
imágenes, de las mil caras.
Ahonda en la
pesambre y en la marginalidad,
menoscaba el pasado,
el presente y el futuro,
hurga en el
ayer, en el hoy y el mañana
y recita con
tu mirar la mirada íntima, serenísima.
Arrebata el
orbe, trastoca el orden, cautiva al reo,
esclaviza las
ordas de cuadros, paseos y risas que ya no volverán
y hazlo todo
tuyo,
donde corresponda
tras la cortina de tu cristal
meticulosamente
repentizado.
Amigo, amordaza
la resaca del tiempo e invítanos
a caer presos
de tu galera, por bizantinos parajes,
para que
podemos conversar con Ramón, con Pedro,
con el tío
Juan, con Manolo o, quién sabe,
con aquel
pobre niño de ceño fruncido,
que se diría todo de algodón,
que corre a
gritar viva la revolusión.
Allí, amigo,
nos encontraremos en tu viaje a la semilla
donde ya nadie mira…
y contemplaremos tus
mundos descubiertos
en la espesura
del sendero,
al borde del precipicio,
tras la
acequia varada en el olvido
allá donde
todo lo que fue
hace honor a
la nada.
Murcia, primavera de
2011
© Imagen de Juan Ballester |
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